LOS CACHORROS
“Préstame tu pinguita para ir al baño
¿no?”...
En medio de las risas, verbenas y
juegos propios de la niñez, un hecho poco fortuito es el detonante para que Cuéllar tenga una existencia
infeliz, la cual se acrecentará en la juventud, un perro es el encargado de
castrarlo, en plenas duchas de la escuela, luego de que sus amigos soltaran al
can por accidente. De aquí parte “Los Cachorros”, cinta basada en la novela del
escritor peruano Mario Vargas Llosa, cuya adaptación cinematográfica y dirección
recayó en Jorge Fons, la cual fue estrenada un 10 de mayo de 1973 en el Cine
latino.
Remontándonos un poco atrás, antes
del accidente, Cuéllar, a quien después apodarán Pinguita, se distinguía por
ser un buen alumno y amigo, incluso poseía poder dentro de sus amigos, tenía
una buena posición económica, pero este plus
se irá diluyendo al pasar los años, cuando las hormonas y las chicas
aparecen en plena edad de la punzada, ahora y en medio de una sociedad machista
y feminista, en el que el tamaño sí importa, nuestro protagonista sólo
experimentará un mar de inseguridad, soledad, burlas y una segregación palpable, en el que la carencia
de sentido se enfatiza más al ver que sus conocidos pueden hacer lo que él no,
culminar un noviazgo o una simple aventura, hechos que empujarán a Cuéllar al
vacío y los excesos.
“Un joven mutilado sexualmente, sus
amigos, su ambiente, su no amor”, fue la frase que acompañó a la película para
su promoción en carteleras. Un boleto para ir al cine equivalía a 25 pesos,
mientras que para los estudiantes y maestros había un descuento con el que sólo
pagaban 10.
Si les preguntan nomás digan que
fue en la panza
Un estado violento, primitivo y de
enojo con la existencia misma, debido a su castración, es la complejidad
presentada en el personaje de Cuéllar alias “Pinguita”, encarnado por José
Alonso, quien representó todo un
abanico de abrumo existencial el cual
desemboca en una catarsis de golpes hacia las mujeres, luego de no poder
cumplirles, pero habrá una en particular que le robará el aliento y por un
instante le dará significado a la existencia misma, Tere, personificada por
Helena Rojo, quien obviamente lo desterrará de su vida al enterarse de su
pequeño gran inconveniente. De hecho durante el rodaje de estas escenas de amor,
en las que la ropa estorban, pero no tanto como para mostrar su castración
tienen una historia curiosa, acerca de estas José Alonso reveló una en
particular.
“Cuando empiezo a hacer el amor con
el personaje que hace Helena Rojo, me estaba quitando la camisa, y no me podía
quitar las mancuernillas, no hallaba la manera de sacar los brazos y eso le
gustó a Jorge, quedó así, la abrazaba con la mano”, refirió.
Penectomía, corte o abrasión del
pene sin intervención de los testículos...
La tarea de dar rostro a Cuéllar no
fue fácil para José Alonso, en primera instancia tuvo que enfrentarse a los
juicios que afirmaban que los actores provenientes de la televisión no podían
hacer cine , por supuestas faltas de tablas y profesionalismo, fue así como el
histrión no sólo proyectó con excelentes resultados la desolación y amargura,
Pepé también se despidió de su
cabellera, debido a los excesos a los que se enfrentó su personaje durante el
rodaje de la película, tales como una escena en la que conduce a exceso de velocidad
en compañía de sus amigos.
“Había que raparse y todos los
técnicos me veían como si fuera la estrellita de televisión que no me iba a
dejar tocar el pelo. Yo dije si hay que raparse hay que raparse luego del
accidente del Periférico, alguna vez lo hice yo en la vida real, pero fue
después (risas). Recuerdo que todos se asombraron cuando dije va, venga”,
enfatizó José Alonso. A su vez el histrión agregó un dato poco conocido sobre
estas escenas “Nada más que me debieron
rapar cuando hubiéramos cubierto todas las escenas con el cabello normal, me lo
cortaron antes, y dices bueno por qué en el cine gringo o europeo no pasa eso.
Hay una escena en donde juego billar con
el personaje de Gabriel Retes y traigo peluca, la gente no lo sabe, pero digo
no así no se hacen las cosas”, refirió. Incluso cuando la cinta fue estrenada
José Alonso se preparaba para filmar a
lado de Irma Lozano, uno de sus grandes amores, el filme “El hombre desnudo”,
coproducción con Canadá de la cual se contemplaban planes de hacerla en inglés
y español, lo cual nos habla del realce y repunte como histrión que ya había
conseguido.
Yo necesito un hombre...y tendría
que salir a buscarlo
El final del filme es incapaz de
dejar indiferente al espectador, ante una vida que se pinta desoladora, vacía y
sin sentido, por querer y no poder. En cierta manera él sabe que se va a sentir
raro y ajeno en un mundo en el que no tiene un lugar, o la sociedad jamás se lo
dará, todo este cúmulo de sensaciones lo arrojan al límite y luego del desayuno,
mientras su madre va un momento al baño, el joven coge una pistola y decide
mitigar su dolor latente arrebatándose la vida. Dicho desenlace y el trabajo en
sí mismo fue motivo de análisis para Alejandro Jodorowsky, amigo y maestro del
protagonista masculino de la película.
“Alejandro Jorodoswky, vio la
película y me dijo fíjate que el cincuenta
por ciento del éxito de esta película es tu actuación, el otro cincuenta
es por la dirección de Fons, pero esta
cinta no va a llegar a Europa ni a Estados Unidos a las cadenas grandes, pero
sí va a ser un éxito en Latinoamérica. Yo como director no hubiera suicidado al
personaje, yo le hubiera dado una salida espiritual”, subrayó José Alonso.
Aunque cabe destacar que el filme sí tuvo cierta resonancia en el extranjero, fue ganadora del Premio del Instituto de Cultura en el Festival
Internacional de Cine de San Sebastián en
1972. Mientras que Carmen Montejo ganó un reconocimiento como actriz por
parte de
la Asociación de Críticos de Nueva York.
La estructura de la novela original
consta de seis capítulos desarrollándose
en forma desigual a lo largo de
veinte años, hecho que no pasa con el filme, cuya narración es lineal. Jorge Fons, realizador y guionista del filme
en una entrevista para Exélsior, con fecha del 20 de
febrero de 1972, dio a conocer cuáles eran las prioridades a proyectar en la
cinta basada en la novela de Vargas Llosa “Yo trato
de llevar a Cuéllar a otras consecuencias. Por ejemplo, lo enfrento a una
mujer, abiertamente, en lugar de abstenerlo todo el tiempo, como ocurre en la
novela. En general, trato de llevar al personaje a que se destruya por amor, o
por la imposibilidad de este. Meses después del estreno en México, el escritor del texto original, Mario Vargas Llosa, declaró a
“El sol de México, con fecha del 23 de julio de 1973 “Lo
único malo de ella es el argumento”, dijo en tono de broma, a lo que agregó
“Creo que se sobrecargaron los problemas psicológicos del personaje principal”.
Por aquellos años la cartelera
exhibía cintas como “Adiós a Berlín (Cabaret)”, “El padrino”, “La chica
terremoto”, “El discreto encanto de la burguesía”, “Trash”, por citar algunos
títulos de índole internacional. En el rubro nacional se contaban con títulos
como “El impotente” o “Masajistas de señoras”, lo cual nos habla de una calidad
cinematográfica que se estaba diluyendo, en la que entraron al quite “sangre
nueva”, que se consolidaría después, tal es el caso de Alfonso Arau, quien
después de algunas semanas de rodaje de más por fin concluía “Calzonzin
inspector”, al concluir dicho trabajo el cineasta remarcó las ganas de hacer
propuestas interesantes con la siguiente cita “El cine de calidad debe ser
nuestra moda”.