LA
VIUDA NEGRA
La religión
siempre ha sido objeto de sigilo, culto, devoción y otros menesteres que son
motivo de adoración, sobre todo en nuestro país, por ende a nadie le gusta que
critiquen, juzguen o señalen a la misma mostrando una cara que es ineludible,
aquellos que la simbolizan y representan también son humanos, lo que los lleva
a cometer pecados, aún más escabroso es
cuando estos los llevan al placer de la carne y la lascivia.
Arturo Ripstein
es el comandante de la cinta “La viuda
negra”, basada en la obra “Debiera haber obispas” de Rafael Solana, puesta que
se montó en 1974 bajo la dirección de Carlos Bracho en el teatro Tepeyac, ahora
rebautizado como Carmen Montejo. Un dato poco conocido es que el cineasta cogió
la silla de realizador después de que un contemporáneo suyo reincidiera dicho
puesto “Me la ofrecieron a mí porque el director que la
iba a hacer, originalmente era Felipe Cazals, renunció a hacerla unos días
antes de empezar el rodaje, yo la agarré ya armada”, refirió Arturo Ripstein.
“La viuda negra”
rompió esquemas y tabúes de lo antes estipulado al mostrar una historia en la
que con un nombre que evoca a un evangelio hallamos a Matea Gutiérrez,
interpretada por Isela Vega, caracterizada
por ser una mujer oprimida desde niña por la iglesia católica, a lo que siempre
había un dejo de rebeldía pero también una cierta devoción. Con el pasar de los
años Matea, siempre vestida con
indumentarias negras, es enviada como ama de llaves a la parroquia del padre
Feliciano, encarnado por Mario Almada, en la que el equilibrio y los secretos
de confesión quedan resguardados por dicho sacerdote. Todo indica que hay paz y
armonía, pero una calumnia generará una convivencia,
casi obligada, por parte de ambos individuos detonando un idilio prohibido, por
los famosos votos de castidad del clérigo, los cuales serán rotos y despertará
al hombre con ímpetus de concupiscencia que habita en el sacerdote,
descongestionando así el apetito sexual.
Tal vez por locura,
culpa o remordimiento, quizá por
justicia divina, la muerte le llega al padre Feliciano, pero antes de su
deceso revela a Matea los pecados de todo el pueblo, lo que le dará a ésta un
poder inconmensurable, deseado por más de un habitante del poblado, en el que
la protagonista y como metáfora termina comiéndose al macho y se auto nombra
juez, una especie de sacerdotisa. El tema fue transgresor para su época, 1977,
por lo que la censura se hizo manifiesta y tuvo que pasar un sexenio, con el
correspondiente cambio de poder y funcionarios, para que la cinta viese la luz
en cartelera.
Ciegos ¿qué
no ven que tengo el poder de Dios?...
En boca de
Ripstein e Isela la cinta es “transgresora”, por la violación al secreto de
castidad, el machismo, la gazmoñería, la doble moral, entre otras aristas. Hoy
en día la cinta sigue siendo polémica, fungiendo como un antecedente de lo que
sería “El crimen del padre Amaro”, y es que además de la religión se manejaban
los acostumbrados desnudos a los que Isela Vega se sometía en cada filmación, a
niveles casi ginecológicos, situación que escandalizó al espectador al ser
mezclado con símbolos propios del catolicismo. Con respecto a dichos eventos
que convulsionaron a la opinión pública y las autoridades, la actriz expone su
postura ante la religión y el desnudo.
“Todavía México era una sociedad espantada, ya
no es tanto, era muy...es todavía, somos una colonia de los españoles, somos
esclavos de la religión, ustedes porque yo no. Como todo está prohibido, los
pecados de la carne, es de una moral alpargatera le digo yo. Los españoles
siempre han sido muy espantados del sexo, los cristianos, los católicos, los
religiosos, esa es su característica que se espantan del sexo. Yo no sé si
piensan que salieron de la divina providencia, o de dónde salieron, por debajo
de las piedras, no se conciben como se concibieron”, subrayó.
Por si lo anterior no bastara, la sonorense
afirma que el desnudo es algo natural en el ser humano y a través de éste hay
que hacer reaccionar al espectador “ Yo no le tengo miedo a la piel, ni a la
carne, no le tengo miedo a nada. Lo veía como algo natural, ¿pues que tú no te
bañas y te encueras todos los días?, así es, no hay más, no hay de otra. Vemos
a todos los animales como normal, vemos dos perros montados y es normal, lo que
nos espanta es todo lo nuestro, hay gente que pisa la caca y si es de perro no
le importa, pero si es de humana se escandaliza, porque nos tenemos miedo o
desprecio, por eso he sido irreverente, transgresora, liberal, protestona. Me
parece que sólo jaloneando a la gente, decía Moliére que a la gente había que
hacerla reír en el teatro y ya que tuviera la boca abierta meterles la razón,
hay que sacudirlos para ver si les entra un poco de razón. Mi rebeldía ha sido mucho por eso”, enfatizó
y queda asentado en una de las escenas más transgresoras del filme, aquella en
la que Matea congrega al pueblo tocando las campanas de la iglesia como Dios la
trajo al mundo. Sin embargo y aunque parezca raro Isela sintió nervios al hacer
la primer escena desnuda, así lo reveló Arturo Ripstein, además de confesar el
haber disfrutado el trabajar con Isela “trabajar con Isela fue siempre muy
grato, es muy divertida, muy simpática. Se puso nerviosa cuando se tuvo que
encuerar con la primera vez, se puso nerviosa, me pareció rarísimo porque era
una costumbre que ella tenía en las películas” dijo.
Dios me ha elegido su juez...
La hipocresía y la doble moral tanto de la
iglesia como de los feligreses es un tema a subrayar en el filme de Ripstein.
Por un lado, apreciamos que el padre Feliciano tiene ciertos tintes misóginos,
además de cuestionar la función de los sacerdotes en la sociedad, pues los
tacha de ser el eslabón más inútil de la humanidad. Asimismo no es el único con
una formación religiosa capaz de experimentar los deseos carnales y caer, los
clérigos jóvenes son aún más propensos a ello, como queda sentado en la escena
del nuevo cura, interpretado por René Casados, quien al ver a Matea con una
silueta de ensueño, que ni mandada a hacer por la divina providencia, se quiere
dejar llevar por la tentación.
Mención aparte merece cada miembro del pueblo, la
dama ninfómana que pide recato, pero no tiene reparos en enseñarle las bragas
al padre Feliciano para ofrecérsele; la adúltera que reclama fidelidad; el
pederasta que demanda respeto; el explotador que exige justicia, todos ellos
engloban a través de un microcosmos el estado de la sociedad. Además cada
uno sabe que tiene cola que les pisen y aún así son capaces de tirar la primera
piedra. Esto cambia momentáneamente, cuando Matea anuncia a la comunidad que
sabe cada uno de sus pecados y secretos, es así como a través de uno de los
personajes, el de Leonor Llausás, presenciamos que por morbo y poder, quiere
comprar los secretos de confesión con Matea, al obtener una negativa como
respuesta y utilizando un mecanismo de defensa, todos tacharán de loca a Matea,
para así mantener su reputación ante los ojos de ellos mismos sin tener que
bajar la cabeza o ser motivo de comidilla, pues hay de pecados a pecados,
restaurando así una aparente armonía.
Los temas considerados como “sácrilegos”, ya
habían sido expuestos en cintas anteriores, podemos citar “Satanico Pandemonium
(La sexorcista), dirigida por Gilberto Martínez Solares en 1975, la cual
exponía la trama de una novel monja
tentada por el diablo, incitando la lujuria, la expiación y lo impío con sus
compañeras, llevándolo al lesbianismo surreal. Pese a lo punzante de lo
expuesto, la cinta se podría definir como una visión fantasiosa, es decir no fungió como denuncia
mas bien como una tentación diabólica que repercutió en el desenlace de la
protagonista.
Durante su año de realización, en pleno sexenio
de José López Portillo, la cinta no pudo ser exhibida ya que la entonces titular de la naciente Dirección de Radio,
Televisión y Cinematografía, Margarita López Portillo, no concedió los
permisos. Con respecto a este acontecimiento Ripstein recuerda “Margarita López
Portillo me dijo la frase que yo pensé nunca oír en mi vida y era que el pueblo
mexicano no estaba preparado para ver esta película. A final de cuentas la
prohibió no la dejó”, acotó.
Transcurrieron seis años para que la cinta
saliera a la luz pública, luego de los cambios políticos y culturales en el que
los poderes cambiaron, sin embargo a pesar de esto la cinta fue proyectada con
ciertos cortes, debido a la orden del mandatario de cinematografía en turno,
hecho que al hijo de Alfredo Ripstein no le cayó muy en gracia.
“Cuando entró Aberto Isaac a cinematografía,
amigo de Miguel de la Madrid, le dieron el puesto y permitió que saliera con
cortes.El que pensé que era amigo y que estaba de este lado del escritorio,
siempre no fue así. Es más lamentable que Alberto Isaac me haya cortado un par
de escenas a que Margarita me la haya prohibido, porque él era compañero, era
de nuestro lado, Margarita era la autoridad y hermana del presidente, lo que
fuera. Es mucho más lamentable que Isaac haya ejercido ese poder nefasto y
abyecto” subrayó.
“2000 años de represión sexual se vienen abajo
cuando aparece La viuda negra”, “Sucumba ante la tentación de ver ASÍ a Isela”
fueron las citas que acompañaron al estreno del filme que data de un 18 de
agosto de 1983, en cines como Regis, Savoy y
Mexico, Madrid, Premiere, Nacional, Marina, Carrusel, C. Piscis, Vallejo
Lindavista 2, Tauro, Plaza Aragón 1 y Nezahualcóyotl, y a pesar de haber sido autorizada por la gente
concerniente y competente al respecto, el pueblo mexicano también
hizo latente su inconformidad, así lo manifiesta Isela Vega.
“Claro, hubo mucha censura, eran de irse a
colar a la fila, eran estas sectas que hay, decían que esa cinta atentaba
contra la moral cristiana, como si Cristo hubiera tenido moral, él era justo
nada más, era un hombre de libertades y que defendía la libertad, sino no lo
hubieran matado. Porque a los acomodaticios, los que hablan bien de los
villanos a esos les va súper bien y los tienen protegidos a los que defienden
los matan, ya lo vimos. Eran de meterse a las salas también con pancartas y le
decían a la gente que se iban a condenar y la iglesia los iba a excomulgar”,
refirió. En aquel momento otras de las ofertas fílmicas eran “Superman III”,
Rollerball”, “La chica del adiós”, “El mundo según Garp” y se estrenaba con
bombo y platillo “La gran aventura de los muppets”.
Con fecha del domingo 21 de agosto de 1983 en
el periódico “El universal, el crítico Tomas Pérez Turrent escribió la
siguiente crítica sobre el filme “Prohibida seis años por la era de las
tinieblas que vivimos últimamente. Por la manera de contar una historia, dirigir
a sus actores y evitar la demagogia. Ripstein confirma estar entre los
poquísimos que se salvaron del cine mexicano”.
Una vez
vencidos los tapujos y la censura, la actriz de “Las apariencias engañan”
afirma que “La viuda negra” es indispensable en su filmografía “Es una muy
buena película, además me dieron un Ariel como mejor actriz por ella”. Además
pese a las adversidades y disconformidades la gente nunca la atacó por este
trabajo “No, nunca me pasó, tuve la fortuna de que me topé con gente afin a lo
que yo pensaba”.
Esta clase de audiovisuales son un claro ejemplo de lo frágil que resulta involucrar a la religión en historias llenas de pasión y controversia. Sin embargo, pese a la censura que sufrió este material, es interesante saber como tiempo después de su estreno, la misma actriz tuvo el honor de recibir un Ariel por su excelente trabajo.
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